lunes, 17 de marzo de 2008

¿SARAMPIÓN?

El sarampión es una enfermedad de causa viral, altamente contagioso. Está parcialmente controlado en la República Mexicana, siendo la última epidemia en 1989-1990. Desde entonces eventualmente se detectan en forma esporádica algunos casos. Ha sido atacado con campañas masivas de vacunación, desafortunadamente la vacuna no ha alcanzado a controlar el problema. Se ha cambiado las edades de vacunación de acuerdo a las situaciones epidemiológicas. Recientemente se han reportado casos en el norte de la República generando estrategias para controlarlo e inquietud en la población. El cuadro clínico se caracteriza por un cuadro gripal, seguido de un exantema (erupción) en toda la piel, conjuntivitis y manchas rojas en la boca. Habitualmente con fiebre elevada, ataque al estado general, decaimiento, pobre apetito. Potencialmente puede ser una enfermedad grave y con posibilidades de complicaciones severas. No existe un tratamiento específico, sólo de sostén, cuidados generales y tratar las complicaciones. La manera de proteger a nuestros niños es la vacunación. La vacuna viene sola o más frecuentemente con las de rubeola y paperas, en una presentación triple. Actualmente se recomienda aplicar entre los 12 y 15 meses de edad, con un refuerzo a los 6 años. Dado el brote epidémico se puede recorrer a aplicar una dosis extra entre los 6 y 9 meses. Otra población en riesgo es el adolescente y adulto joven que sólo recibió una dosis cuando niño, pudiera ser recomendable una dosis extra a los pacientes entre 18 y 30 años. Cualquier duda acuda con su pediatra de confianza para actualizar su vacunación.

Dr. Felipe Luna Sánchez

jueves, 13 de marzo de 2008

FACTORES DE RIESGO PARA LA OBESIDAD:

El desarrollo de estrategias efectivas de prevención hace obligatorio que los médicos detecten a los individuos y a la población en riesgo. La interacción entre los factores genéticos, biológicos, socioculturales, ambientales y psicológicos es muy evidente en la obesidad infantil. Se está en estudio de factores hormonales y neuroquímicos que pueden producir un desbalance energético. Hay factores genéticos que tienen que ver con la saciedad, el hambre, la lipogénesis y la lipólisis también en estudio.


Hay enfermedades genéticas claramente conocidas que tienen obesidad como uno de sus síntomas. Es importante reconocerlas tempranamente para un tratamiento multidisciplinario.


Se ha conocido desde hace tiempo que "la obesidad va en las familias" el peso alto al nacer, diabetes materna, y obesidad en la familia son todos factores. Para los niños si uno de los padres es obeso existe una relación de posibilidad de tres para ser obeso de adulto pero si los dos son obesos la posibilidad de riesgo es de más de diez. Antes de los tres años la obesidad de los padres es un mejor dato de predicción que el peso actual del niño. Tal observación tiene una implicación importante para poder guiar en la prevención y poder dirigir la dieta y la actividad del niño.


Hay períodos críticos para la ganancia excesiva de peso. Se ha encontrado que la extensión y la duración de la alimentación al seno materno es inversamente asociada al desarrollo de obesidad en la niñez avanzada, posiblemente mediados por factores fisiológicos en la leche humana así como los patrones de comportamiento en los padres y en el cuidado del niño. Investigaciones sobre la dieta de los niños como alta ingesta de proteínas o la introducción temprana de alimentos no ha arrojado datos definitivos. Se ha conocido por décadas que la adolescencia es otro período crítico para desarrollar obesidad. La menarca temprana está claramente asociada con el grado de sobrepeso, con dos veces el riesgo de un índice de masa corporal superior a la percentil 85. El riesgo de obesidad persistente en la edad adulta es mayor entre los adolescentes adultos que entre los niños. Hay datos que sugieren que adolescentes con hábitos de alto riesgo como tabaquismo, actividad sexual, uso de etanol, desarrollarán pobre hábitos dietéticos y de ejercicio.


Los factores de riesgo ambientales incluyendo familiares y de dinámica familiar son múltiples y muy variados. Otras barreras como bajos ingresos, falta de lugares seguros para actividades deportivas, dificultad para obtener comida saludable particularmente frutas y verduras. Falta de estimulación cognitiva en casa, bajo estatus socioeconómico, obesidad materna son factores conocidos de riesgo para obesidad. Se ha acumulado evidencia de los efectos negativos en los hábitos dietéticos si la madre estimula verbalmente a comer, falta de atención cuando no comen, limitación en los alimentos y falta de supervisión paterna. La selección de los padres en los alimentos influye en las preferencias de los niños, y el grado de adiposidad en los padres es un marcador para la preferencia de grasa en los niños. Los niños y adolescentes de estatus socioeconómico bajo comen pocas frutas y verduras y alta ingesta de grasas insaturadas. La ausencia de comidas familiares se asocia con pobres ingesta de frutas y verduras y alta ingesta de alimentos fritos y bebidas carbonatadas.


Por lo menos los pediatras deben de preocuparse para discutir y promover comportamientos saludables en el comer e inducir que los padres promuevan la habilidad de los niños para auto regular la ingesta de energía y la estructura y los límites alrededor de la comida.


Amplios y profundos cambios sociales en las últimas décadas han generado cambios en los patrones de actividad física y en la dieta. Estudios nacionales han demostrado que cada vez son menos activos los niños con grandes períodos de sedentarismo en la televisión, videojuegos y computadora. Además con el incremento de la urbanización ha habido una disminución en la duración y en frecuencia de las actividades físicas de la vida diaria, como caminar a la escuela y actividades de la casa. Cambios en los requisitos de los programas de educación física con la consecuente disminución en la actividad física. Todos estos son factores muy importantes en el desarrollo del sobrepeso.


Los estudios en Estados Unidos indican que el 20% de los niños de 8 a 16 años tienen dos episodios de actividad física vigorosa a la semana, el 25% pasa más de 4 horas viendo televisión al día. Estos niños tienen un índice de masa corporal significativamente mayor a los niños que ven menos de 2 horas de televisión al día. Aún más tener televisión en la recámara es un fuerte predictor de obesidad aún en niños en edad preescolar. Estudios al azahar han provisto fuerte evidencia de que limitar ver la televisión previene la obesidad. Y si se disminuyen el sedentarismo junto con una dieta produce una mayor pérdida ponderal que sólo con el ejercicio.

Prevention of Pediatric Overweight and Obesity

Committee on Nutrition


AAP

Traducción: Dr. Felipe Luna Sánchez.